Sunset Boulevard


Se va alejando
por un sendero.
A un lado,
una palmera gigante.
Al otro,
el polvo del sol.
Pequeño, flaco, decidido.
Va a traer el coche más cerca
para guardar las cosas del pic-nic.
Es lo que queda
de una vida.
Ese viejo,
mi padre.

Marisa Serebrenik

Hay un niño en la calle


A esta hora exactamente,
Hay un niño en la calle….
¡Hay un niño en la calle!

Es honra de los hombres proteger lo que crece,
Cuidar que no haya infancia dispersa por las calles,
Evitar que naufrague su corazón de barco,
Su increíble aventura de pan y chocolate
Poniéndole una estrella en el sitio del hambre.
De otro modo es inútil, de otro modo es absurdo
Ensayar en la tierra la alegría y el canto,
Porque de nada vale si hay un niño en la calle.

Todo lo toxico de mi país
a mi me entra por la nariz
Lavo autos, limpio zapatos,
huelo pega y también huelo paco.
Robo billeteras pero soy buena gente
soy una sonrisa sin dientes
Lluvia sin techo, uña con tierra,
soy lo que sobró de la guerra.
Un estomago vacío,
soy un golpe en la rodilla
que se cura con el frío.
El mejor guía turístico del arrabal
por tres pesos te paseo por la capital.

No necesito visa pa volar por el redondel
porque yo juego con aviones de papel.
Arroz con piedra, fango con vino,
y lo que me falta me lo imagino.

No debe andar el mundo con el amor descalzo
Enarbolando un diario como un ala en la mano
Trepándose a los trenes, canjeándonos la risa,
Golpeándonos el pecho con un ala cansada.
No debe andar la vida, recién nacida, a precio,
La niñez arriesgada a una estrecha ganancia
Porque entonces las manos son inútiles fardos
Y el corazón, apenas, una mala palabra.

Cuando cae la noche duermo despierto,
un ojo cerrado y el otro abierto
Por si los tigres me escupen un balazo
mi vida es como un circo pero sin payaso.
Voy caminando por la zanja
haciendo malabares con 5 naranjas.
Pidiendo plata a todos los que pueda
en una bicicleta en una sola rueda.
Soy oxigeno para este continente,
soy lo que descuidó el presidente.
No te asustes si tengo mal aliento,
si me ves sin camisa con las tetillas al viento.
Yo soy un elemento mas del paisaje,
los residuos de la calle son mi camuflaje.

Como algo que existe
que parece de mentira,
algo sin vida, pero que respira.

Pobre del que ha olvidado que hay un niño en la calle,
Que hay millones de niños que viven en la calle
Y multitud de niños que crecen en la calle.
Yo los veo apretando su corazón pequeño,
Mirándonos a todas con fábula en los ojos.
Un relámpago trunco les cruza la mirada,
Porque nadie protege esa vida que crece
Y el amor se ha perdido, como un niño en la calle.

Oye a esta hora exactamente hay un niño en la calle
Hay un niño en la calle.

Armando Tejada Gómez y Ángel Ritro

La montaña mágica


El hombre no vive únicamente su vida personal como individuo, sino también, consciente o inconscientemente, participa de la de su época y de la de sus contemporáneos (...) El individuo puede idear toda clase de objetivos personales, de fines, de esperanzas de perspectivas, de los cuales saca un impulso para los grandes esfuerzos de su actividad; pero cuando lo impersonal lo rodea, cuando la época misma, a pesar de su agitación, está falta de objetivos y de esperanzas, cuando se revela secretamente desesperanzada, desorientada y sin salida, cuando la pregunta planteada consciente o inconscientemente, pero al fin planteada de alguna manera, sobre el sentido supremo más allá de lo personal y lo incondicionado de todo esfuerzo y de toda actividad, se responde con el silencio del vacío, este estado de cosas paralizara justamente los esfuerzos de un carácter recto, y esa influencia, más allá del alma y de lo moral, se extenderá hasta la parte física y orgánica del individuo. Para estar dispuesto a realizar un esfuerzo considerable que rebase la medida de lo que comúnmente se practica, sin que la época pueda dar una contestación satisfactoria a la pregunta "¿Para qué?", es preciso un aislamiento y una pureza moral que son raros, y una naturaleza heroica o de vitalidad particularmente robusta. Hans Castorp no poseía ni lo uno ni lo otro, no era, por lo tanto, más que un hombre; un hombre en uno de sus sentidos más honrosos.

Thomas Mann