Debemos explicar que el pueblo de este país tenía de la inmortalidad una noción diametralmente opuesta a la que prevalece en la tierra. Quizá porque en lugar de un cielo abierto e impalpable veían sobre sus cabezas la roca sólida, o bien porque creyeran que su universo era de extensión limitada y numerables sus habitantes o por cualquier otra causa, lo cierto es que los elementos orgánicos y vitales del cuerpo les parecían repulsivos y deplorables. Todo lo que fuera blando y gaseoso los llenaba de una especie de horror, y para ellos la respiración humana era sobre todo el síntoma de una maldición original que sólo después de la muerte podía extirparse. La muerte misma no era causa de espanto para ellos, pero nada los aterrorizaba tanto como la corrupción y la ruina: ambas significaban un retorno a lo blando, a lo gaseoso, al elemento que era de su debilidad y su desgracia. Su único deseo era volverse sólidos, tan sólidos y perdurables como las rocas que los rodeaban. Practicaban los ritos de la petrificación. Cuando el odiado hálito por fin abandonaba el cuerpo humano, llevaban ese cuerpo a cavernas especiales y allí lo hundían en canales llenos con el agua mineral que fluía por techos y paredes. Allí permanecían hasta que el cuerpo se volvía blanco y duro, hasta que los ojos se cristalizaban bajo los párpados vítreos, hasta que el pelo parecía hecho con la frágil materia de los caracoles y la barba se convertía en unos pocos carámbanos mellados. Pero este proceso era sólo un largo purgatorio, ya que una vez petrificado el cuerpo lo retiraban del agua para llevarlo como una estatua yacente a las salas de los muertos, cavernas en que los cuerpos alabastrinos se apilaban en apretadas filas aguardando su beatitud final: la cristalización. Cuando el cuerpo, que más que humano parecía un pilar de sal, adquiría la precisión matemática y la estructura perfecta del cristal, entonces consideraban que había llegado a la verdadera inmortalidad.
La niña verde
Debemos explicar que el pueblo de este país tenía de la inmortalidad una noción diametralmente opuesta a la que prevalece en la tierra. Quizá porque en lugar de un cielo abierto e impalpable veían sobre sus cabezas la roca sólida, o bien porque creyeran que su universo era de extensión limitada y numerables sus habitantes o por cualquier otra causa, lo cierto es que los elementos orgánicos y vitales del cuerpo les parecían repulsivos y deplorables. Todo lo que fuera blando y gaseoso los llenaba de una especie de horror, y para ellos la respiración humana era sobre todo el síntoma de una maldición original que sólo después de la muerte podía extirparse. La muerte misma no era causa de espanto para ellos, pero nada los aterrorizaba tanto como la corrupción y la ruina: ambas significaban un retorno a lo blando, a lo gaseoso, al elemento que era de su debilidad y su desgracia. Su único deseo era volverse sólidos, tan sólidos y perdurables como las rocas que los rodeaban. Practicaban los ritos de la petrificación. Cuando el odiado hálito por fin abandonaba el cuerpo humano, llevaban ese cuerpo a cavernas especiales y allí lo hundían en canales llenos con el agua mineral que fluía por techos y paredes. Allí permanecían hasta que el cuerpo se volvía blanco y duro, hasta que los ojos se cristalizaban bajo los párpados vítreos, hasta que el pelo parecía hecho con la frágil materia de los caracoles y la barba se convertía en unos pocos carámbanos mellados. Pero este proceso era sólo un largo purgatorio, ya que una vez petrificado el cuerpo lo retiraban del agua para llevarlo como una estatua yacente a las salas de los muertos, cavernas en que los cuerpos alabastrinos se apilaban en apretadas filas aguardando su beatitud final: la cristalización. Cuando el cuerpo, que más que humano parecía un pilar de sal, adquiría la precisión matemática y la estructura perfecta del cristal, entonces consideraban que había llegado a la verdadera inmortalidad.
Teoría del artista
Hoja de otoño
- Tú produces, al caerte, un bullicio que perturba mi sueño.
- Vil de origen - contestóle la hoja de otoño fuera de sí -. Grosera y deslenguada, ¿dónde tienes los sueños si tú vives pegada a la podredumbre, lejos de la música del cielo, sin tener cómo distinguir entre el canto y el maullido?
Dijo esto la hoja de otoño y cayó al suelo.
Y durmió, y cuando llegó la primavera, se despertó de su modorra y se sintió metamorfoseada: habíase vuelto una brizana de pasto.
Vino el otoño con sus vientos y con su triste melancólico cielo.
Embargó a aquella hojita de otoño el sueño de invierno
y comenzó el viento a esparcir a su derredor las hojas marchitas de los árboles.
Enfadada, murmuraba entre sí:
- ¡Uf!, las groseras hojas del otoño...
¡Qué bullicio producen al caer que perturba los sueños de mi invierno!
Las palabras y las cosas
El fuego interno
Lo desconocido es algo que está velado para el hombre, amparado quizá en un contexto aterrador; pero aun así está al alcance del hombre. En cierto momento, lo desconocido se convierte en conocido. Lo que no se puede conocer, en cambio, es lo indescriptible, lo impensable, lo inconcebible. Es algo que jamás conoceremos y que sin embargo está ahí, deslumbrante y a la vez horroroso en su vastedad.
Carlos Castaneda
Una historia veridica
A un señor se le caen al suelo los anteojos, que hacen un ruido terrible al chocar con las baldosas. El señor se agacha afligidísimo porque los cristales de anteojos cuestan muy caro, pero descubre con asombro que por milagro no se le han roto.
George Bernard Shaw
Un hombre razonable es aquel que se adapta al mundo alrededor de él. El hombre no razonable espera que el mundo se adapte a él. Por lo tanto todo progreso es hecho por los hombres no razonables.
El hecho que un creyente pueda ser más feliz que un escéptico, es tan cierto como decir que el borracho es más feliz que el hombre sobrio.
Ahora ya sabemos que el alma es el cuerpo y el cuerpo el alma. Nos dicen que son diferentes porque quieren persuadirnos de que podemos quedarnos con nuestras almas si los dejamos esclavizar nuestros cuerpos.
¿Por qué debemos aceptar los consejos del Papa sobre sexo? si él sabe algo al respecto, pues, ¡no debería!
Si tú tienes una manzana y yo tengo una manzana, e intercambiamos las manzanas, entonces tanto tú como yo seguiremos teniendo una manzana. Pero si tú tienes una idea y yo tengo una idea, e intercambiamos ideas, entonces ambos tendremos dos ideas.
El ser humano y la libertad en el pensamiento de Sartre
Distingue Sartre en el mundo dos tipos de realidades o entes, los que son "en-sí", y los que son "para-sí". Entre estos últimos se encuentran los seres humanos, en cuanto son conscientes de su propio ser, en cuanto existen, en el sentido anteriormente señalado. Los demás seres simplemente son. El ser humano, siendo consciente de su propio ser, y precisamente por ello, existe, ¿Cuál es, pues, el ser del ser humano, el ser del para-sí? El ser del ser humano es la nada, tomada en su sentido más literal.
¿Cómo llega Sartre a alcanzar esta respuesta? El análisis de la conducta humana, basado en cierto modo en la filosofía de Heidegger, le lleva a Sartre a descubrir en el ser humano la posibilidad que éste tiene, frente a los demás seres, de contestar con un no, es decir: le lleva a descubrir al ser humano como posibilidad de negar. La interrogación nos descubre un nuevo componente de lo real, la negatividad. Pero ¿dónde está el origen de esta nada? No puede originarse en el ser en-sí, puesto que la noción de ser en-sí no contiene en su estructura la nada: el ser en-.sí es pura positividad. La idea de la nada tiene que venir, en consecuencia, del otro único tipo de ser, del ser para-sí, única realidad que queda, excluido en ser en-sí. Dice Sartre:
"Debe, por tanto, existir un ser - que no puede ser el para-sí - y que tenga como propiedad el níhilizar (negar) la nada, soportarla en su ser y construirla contínuamente de su existencia, un ser por el cual la nada venga a las cosas".
Pero, para ser el creador de la nada, el ser humano debe albergar en si mismo la nada: el ser del ser humano, en definitiva, es la nada. No hay que entender esta nada como si el ser humano en si mismo fuera absolutamente nada: en el ser humano hay un en-sí, es decir, su cuerpo, su "ego", sus costumbres... Pero lo específicamente humano es su no determinación, su libertad, su nada. Sartre nos dice, además, que el para-sí (el ser humano) se caracteriza por tres tendencias:
1) tendencia a la nada
2) tendencia al otro
3) tendencia al ser
De igual a igual
Soy bolita en Italia,
soy colombo en Nueva York,
soy sudaca por España
y paragua de Asunción.
Español en Argentina,
alemán en Salvador,
un francés se fue pa' Chile,
japonés en Ecuador.
El mundo está amueblado
con maderas del Brasil
y hay grandes agujeros
en la selva misionera.
Europa no recuerda
de los barcos que mandó.
Gente herida por la guerra
esta tierra la salvó.
Si me pedís que vuelva
otra vez donde nací
yo pido que tu empresa
se vaya de mi país
Y así será de igual a igual
Y así será de igual a igual.
Tico, nica, el boricua,
arjo, mejo, el panameño
hacen cola en la Embajada
para conseguir un sueño.
En tanto el gran ladrón,
lleno de antecedentes,
si lo para Inmigración
pide por el presidente.
Los llamados ilegales
que no tienen documentos
son desesperanzados
sin trabajo y sin aliento.
Ilegales son los que
dejaron ir a Pinochet.
Inglaterra se jactaba
de su honor y de su ley.
León Gieco
Destino de Poeta
¿Palabras? Sí, de aire,
y en el aire perdidas.
Déjame que me pierda entre palabras,
déjame ser el aire en unos labios,
un soplo vagabundo sin contornos
que el aire desvanece.
También la luz en sí misma se pierde.
Octavio Paz
Su catedral
"La lámpara ilumina débilmente los ángulos sombríos de mi cuarto y pone un gran disco de viva luz donde entran mi mano, de repente ambarina, mi libro, mi escritorio. En las paredes azulean delgados hilillos de luna que han entrado por la imperceptible separación de las rojas colgaduras. Todo el mundo se ha acostado en el gran piso silencioso… - Entreabro la ventana para ver de nuevo por última vez la dulce cara leonada, muy redonda, de la luna amiga. Oigo algo así como el aliento fresquísimo, frío, de todas las cosas que duermen -el árbol de donde rezuma la luz azul-, de la bella luz azul que a lo lejos, en un entresijo de calles, transfigura, como un paisaje polar eléctricamente iluminado, los adoquines azules y pálidos. Por encima se extienden los infinitos campos azules donde florecen frágiles estrellas...- He cerrado la ventana. Me he acostado. Mi lámpara, en una mesilla al lado de mi cama, en medio de vasos, de frascos, de bebidas frescas, de librillos preciosamente encuadernados, de cartas de amistad o de amor, ilumina vagamente en el fondo mi biblioteca. ¡La hora divina! A las cosas usuales, como a la naturaleza, las he hecho sagradas por no poder vencerlas. Las he revestido con mi alma y con imágenes íntimas o espléndidas. Vivo en un santuario, en medio de un espectáculo. Soy el centro de las cosas y cada una me procura sensaciones y sentimientos magníficos o melancólicos, que disfruto. Ante los ojos tengo visiones espléndidas. Se está bien en esta cama…. Me duermo."
Marcel Proust
¿Ya nunca hacia atrás?
¿Ya nunca hacia atrás?
Para Él
Lejos o cerca, la mujer no hace más que seguir al hombre amado. Una sombra detrás de otra sombra. Condenada a esperarlo, ramera o santa, prostituyéndose, acostándose con otros, con otras… vendiendo su cuerpo para que los demás gocen. O sacrificándose para que los demás vivan… pero siempre guardando la sombra de su amado en su corazón.
Madama Sui
Si
Si logras conservar intacta tu firmeza,
Cuando todos vacilan y tachan tu entereza,
Si a pesar de esas dudas, mantienes tus creencias,
Sin que te debiliten extrañas sugerencias.
Si sabes esperar, y fiel a la verdad, reacio a la mentira,
El odio de los otros te sienta indiferente,
Sin creerte por ello, muy sabio o muy valiente.
Si sueñas, sin por ello rendirte ante tu ensueño,
Si piensas, mas de tu pensamiento sigues dueño.
Si triunfos o desastres, no menguan tus ardores,
Y por igual los tratas como dos impostores
Si soportas oír la verdad deformada,
Cual trampa de necios, por malvados usada.
O mirar hecho trizas de tu vida el ideal,
Y con gastados útiles, recomenzar igual.
Si toda la victoria conquistada,
Te atreves a arriesgar en una audaz jugada,
Y aun perdiendo, sin quejas, ni tristezas,
Con nuevo brío reiniciar, puedes tu empresa.
Si entregado a la lucha, con nervio y corazón,
Aun desfallecido, persistes en la acción,
Y extraes energías, cansado y vacilante,
De heroica voluntad, que te ordena ¡adelante!.
Si hasta el pueblo te acercas sin perder tu virtud,
Y con reyes alternas sin cambiar de actitud,
Si no logran turbarte ni amigo, ni enemigo,
Pero en justa medida, pueden contar contigo.
Si alcanzas a llenar, el minuto sereno,
De sesenta segundos, de un esfuerzo supremo,
Lo que existe en el mundo, en tus manos tendrás,
Y además hijo mío: ¡ humano serás !
Enemigos Íntimos
Los cantos del maldoror
SI ALGUNA VEZ
Si alguna vez quisieras hablarme, yo estaría
con mi ser aquietado más que un agua nocturna
para la ondulación de tus palabras.
Estaría en la noche sintiendo cómo el roce
de tu voz sobre el alma del silencio me nombra,
¡y yo sin saber dónde arrodillarme...!
Vértebras de caricias reanimarán mis horas.
Palabras con sus bordes tatuados de ternura,
y entre un presagio y un temor, tú misma.
Háblame. Mírame. Tus voces, tu mirada,
desarmarán mis párpados y mi arteria de sombras,
y en ámbitos de un hielo estupefacto,
por liturgia del fuego, mi rosa envenenada
Será otra vez la lumbre de un corazón más joven.
Augusto Roa Bastos
FAUSTO
Os aproximáis de nuevo, formas temblorosas que os mostrasteis hace ya mucho tiempo a mi turbada vista. Mas, ¿intento apresaros ahora?, ¿se siente mi corazón aún capaz de semejante locura? Os agolpáis, luego podéis reinar al igual que, saliendo del vaho y la niebla, os vais elevando a mi alrededor. Mi pecho se estremece juvenilmente al hálito mágico de vuestra procesión.
Me traéis imágenes de días felices, y algunas sombras queridas se alzan. Como a una vieja leyenda casi olvidada, os acompañan el primer amor y la amistad; el dolor se renueva; la queja vuelve a emprender el errático y laberíntico camino de la vida y pronuncia el nombre de aquellas nobles personas que, engañadas por la esperanza de días de felicidad, han desaparecido antes que yo. Las almas a las que canté por primera vez ya no escucharán estos cantos. Se disolvió aquel amigable grupo y se extinguió el eco primero. Mi canción se entona para una multitud de extraños cuyo aplauso me provoca temor, y todo aquello que se regocijaba con mi canto, si aún vive, vaga disperso por el mundo.
Me sumo en una nostalgia, que no sentía hace mucho tiempo, de aquel reino de espíritus, sereno y grave. Mi canto susurrante flota como arpa de Eolo; un escalofrío se apodera de mí. Las lágrimas van cayendo una tras otra. El recio corazón se enternece y ablanda. Lo que poseo lo veo en la lejanía y lo que desapareció se convierte para mí en realidad.
Wolfgang GOETHE
Lucas, sus sueños
Escrito en un libro abandonado en un viaje
¿Qué pasó?
Te torcieron el brazo
y no bajaste más ni a la vereda;
nuestras pasiones cansadas
entristecen a esta era
que acaba sola en tu guarida.
Sos el secreto de una ciudad perdida;
quiero cantarte para no olvidarte
un día y por siempre.
Si una gran caravana
sacudiera tus pupilas
con una procesión de ciegos
que trafican luces sin brillo.
Si tus faroles no arden
por lo menos dame de tu carne;
en mi canción te has perdido,
no encontrarte trajo mala suerte
y pregunto
¿Qué pasó? ...
Se apaga el cielo, está descolorido
y no lo ves de mirar hacia el frente;
el hambre ciego mordió tu sol
el mar por miedo perdió su quejido eterno.
¡Maldita espera!
Es el mejor tiempo perdido,
te apagás, me apagué o me apagás,
o qué haces, o qué hago.
¿Qué pasó? ... me pregunto,
¿Qué pasó? ... me pregunto,
¿Qué pasó? ...
La Bersuit Vergarabat
El Marques de Sade
De donde había salido
Con sus hermosas manos todavía ornadas de flecos
Sus ojos de doncella
Y ese permanente razonamiento de sálvese quien pueda
Tan exclusivamente suyo
Pero desde el salón fosforescente iluminado por lámparas de entrañas
Nunca ha cesado de lanzar las órdenes misteriosas
Que abren una brecha en la noche moral
Por esa brecha veo
Las grandes sombras crujientes la vieja corteza gastada
Que se desvanecen
Para permitirme amarte
Como el primer hombre amó a la primera mujer
Con toda libertad
Esa libertad
Por la cual el fuego mismo ha llegado a ser hombre
Por la cual el marqués de Sade desafió a los siglos con sus grandes árboles abstractos
Y acróbatas trágicos
Aferrados al hilo de la Virgen del deseo
VOCES
Tú crees que me matas. Yo creo que te suicidas.
Hallarás la distancia que te separa de ellos, uniéndote a ellos.
Cuando me hiciste otro, te dejé conmigo.
Casi no he tocado el barro y soy de barro.
Mis ojos, por haber sido puentes, son abismos.
Han dejado de engañarte, no de quererte.
Y te parece que han dejado de quererte.
Nada no es solamente nada. Es también nuestra cárcel.
El dolor no nos sigue: camina adelante.
En plena luz no somos ni una sombra.
Quien hace un paraíso de su pan, de su hambre hace un infierno.
Quieren perderte, casi por nada.
Y tú quieres salvarte.
¿ Y para qué quieres salvarte... casi por nada ?
Se puede no deber nada devolviendo la luz al sol.
Lleve cada uno su culpa y no habrá culpables.
ANTONIO PORCHIA
SER
Manual de Ejercicios Pleyedianos
Esta lista no pretende presentar a nadie como mala persona; pretende hacerte caer en la cuenta de la naturaleza de los acuerdos psíquicos en una sociedad que tiende hacia la represión emocional, la codependencia y la negación. Siguen otros ejemplos corrientes de acuerdos:
2. Absorbes el miedo de otra persona para demostrar que no la vas a herir como otros hicieron en el pasado.
3. Cambias sexo por sostén económico.
4. Nunca discrepas con el jefe para que no te despida.
1. Los que vivimos en la zona este de la ciudad no tenemos nada que ver con las otras razas, o seres inferiores en general, de la zona norte, y estamos de acuerdo en que los de la parte oeste son esnobs.
2. Los miembros de nuestro grupo social no llevan colores chillones.
3. Apoyamos el victimismo de cada uno jugando al «pobre de mi» y estando de acuerdo en que no tenemos una oportunidad en este mundo. «Desdicha en compañía» es otro modo de decirlo.
4. Sólo nos relacionaremos con miembros de nuestra Iglesia porque somos las únicas buenas personas de la ciudad.
Algunos de los contratos planetarios que he encontrado y despejado en mí misma y/o en clientes son:
1. Estamos de acuerdo en que todos en este planeta deben estar bajo el mando de, y responder a, un gobierno organizado. Si ese gobierno cuenta con entes oscuros que controlan y poseen a su jefe, debemos someternos también a ellos.
2. Somos los únicos seres vivos que existen, no hay vida más allá de la Tierra.
3. Las mujeres se mantendrán oprimidas mediante la mentira de Adán y Eva de que la mujer trajo la oscuridad sobre el planeta.
Hay más, muchos más. Puede que al menos un ejemplo de contrato tenga en ti resonancias personales y puede que te hayan dado ideas sobre algunos no mencionados. Puedes despejar estos acuerdos con el proceso siguiente. Empieza con uno de los contratos planetarios antes mencionados y luego formula uno propio.
1. Cierra los ojos, conéctate a la tierra, extiende el aura y comprueba las rosas y los colores de los límites.
2. Opcional: Haz fluir las energías cósmicas doradas y terrestres y ponlas en Automático.
3. Visualiza un documento legal en cuya parte superior figure la palabra «CONTRATO».
4. En la parte inferior del contrato, a un lado, verás tu propio nombre.
5. En el lado opuesto verás el nombre de la persona o grupo con quien has establecido el acuerdo. La primera vez que des estos pasos verás «los ciudadanos del planeta Tierra» en el lado opuesto al de tu nombre.
6. Ahora debes decirte de qué trata el contrato o visualizar las palabras del contrato si lo prefieres. La primera vez imagina que el contrato dice: «Los seres humanos de este planeta deben estar bajo el dominio de un gobierno oficial y de los entes que controlan el gobierno».
7. Escribe «ANULADO» sobre el contrato de tu puño y letra, en letras grandes y rojas.
8. Rompe el contrato en dos y quémalo en un fuego de color normal.
9. Repite el proceso a partir del paso 3, esta vez usando un contrato que tengas con una persona o grupo.
10. Cuando termines, abre los ojos.
AMORAH QUAN YIN
La eternidad también es ahora
Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Amontonaos más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben.
Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.
San Mateo Cap 6 vers 1,1,2,3,5,8,13,21
Lucas, sus críticas de la realidad
Héctor Viel Temperley
"Christus Pantokrator"
La postal tiene una leyenda: "Christus Pantokrator, siglo XIII".
A los pies de la pared desnuda, la postal es un Christus Pantokrator en la mitad de un espigón larguísimo. (1985)
"Christus Pantokrator"
Entre mis ojos y los ojos de Christus Pantokrator nunca hay piso. Siempre hay dos alpargatas descosidas, blancas, en un día de viento.
Con la postal en el zócalo, con Christus Pantokrator en el espigón larguísimo, mi oscuridad no tiene hambre de gaviotas. (1985)
"Christus Pantokrator"
La postal viene de marineros, de pugilistas viejos en ese bar estrecho que parece un submarino—de maderas y latas—hundiéndose en el sol de la ribera.
La postal viene de un Christus Pantokrator que cuando bajo las persianas, apago la luz y cierro los ojos, me pide que filme Su Silencio dentro de una botella varada en un banco infinito. (1985)
"Christus Pantokrator"
Delante de la postal estoy como una pala que cava en el sol, en el Rostro y en los ojos de Christus Pantokrator. (1985)
Sé que sólo en los ojos de Christus Pantokrator puedo cavar en la transpiración de todos mis veranos hasta llegar desde el esternón, desde el mediodía, a ese faro cubierto por alas de naranjos que quiero para el niño casi mudo que llevé sobre el alma muchos meses. (Mes de Abril de 1986)
El arte
con formas más rebeldes, como el verso,
o el ónice o el mármol o el esmalte.
¡Huyamos de postizas sujeciones!
Pero acuérdate, oh Musa, de calzar,
un estrecho coturno que te apriete.
Rehúye siempre cualquier ritmo cómodo
como un zapato demasiado grande
en el que todo pie puede meterse.
Y tú, escultor, rechaza la blandura
del barro al que el pulgar puede dar forma,
mientras la inspiración flota lejana;
es mejor que te midas con carrara
o con el paros duro y exigente,
que custodian los más puros contornos;
o pídele quizá a Siracusa
su bronce en que resalta firmemente
el rasgo más altivo y delicioso;
con la delicadeza de tu mano
descubre dibujando en una veta
de ágata el perfil del dios Apolo.
Huye, pintor, de la acuarela y fija
el color demasiado desvaído
en el horno de los esmaltadores.
Haz que sean azules las sirenas
y retuerzan de cien modos distintos
los heráldicos monstruos sus figuras;
en el lóbulo triple de su nimbo,
la Virgen con el Niño, en cuya mano
hay la esfera con una cruz encima.
Todo pasa. Tan sólo el arte fuerte
posee la eternidad. Únicamente
el busto sobrevive a la ciudad.
Y la moneda rústica y austera
que un labriego ha encontrado bajo tierra,
recuerda que existió un emperador.
Hasta los mismos dioses al fin mueren.
Mas los versos perfectos permanecen
y duran más que imágenes de bronce.
Artista, esculpe, lima o bien cincela;
que se selle tu sueño fluctuante
en el bloque que opone resistencia.
Una soledad concurrida
tan concurrida
tan llena de nostalgias
y de rostros de vos
de adioses hace tiempo
y besos bienvenidos
de primeras de cambio
y de último vagón.
Tengo una soledad
tan concurrida
que puedo organizarla
como una procesión
por colores
tamaños
y promesas
por época
por tacto
y por sabor.
Sin temblor de más
me abrazo a tus ausencias
que asisten y me asisten
con mi rostro de vos.
Estoy lleno de sombras
de noches y deseos
de risas y de alguna
maldición.
Mis huéspedes concurren
concurren como sueños
con sus rencores nuevos
su falta de candor
yo les pongo una escoba
tras la puerta
porque quiero estar solo
con mi rostro de vos.
Pero el rostro de vos
mira a otra parte
con sus ojos de amor
que ya no aman
como víveres
que buscan su hambre
miran y miran
y apagan mi jornada.
Las paredes se van
queda la noche
las nostalgias se van
no queda nada.
Ya mi rostro de vos
cierra los ojos
y es una soledad
tan desolada.
Soledad
Ellos tienen razón esa felicidad
al menos con mayúscula no existe
ah pero si existiera con minúscula
seria semejante a nuestra breve presoledad.
Después de la alegría viene la soledad
después de la plenitud viene la soledad
después del amor viene la soledad.
Ya se que es una pobre deformación
pero lo cierto es que en ese durable
minuto uno se siente solo en el mundo.
Sin asideros, sin pretextos
sin abrazos, sin rencores
sin las cosas que unen o separan
y en esa sola manera de estar solo
ni siquiera uno se apiada de uno mismo.
Los datos objetivos son como sigue.
Hay diez centímetros de silencio
entre tus manos y mis manos una
frontera de palabras no dichas
entre tus labios y mis labios
y algo que brilla así de triste
entre tus ojos y mis ojos claro
que la soledad no viene sola.
Si se mira por sobre el hombro mustio
de nuestras soledades se vera un
largo y compacto imposible, un sencillo
respeto por terceros o cuartos,
ese percance de ser buenagente.
Después de la alegría
Después de la plenitud
Después del amor
Viene la soledad.
Conforme pero
que vendrá después
de la soledad.
A veces no me siento tan solo
si imagino mejor dicho si sé
que mas allá de mi soledad y de
la tuya otra vez estás vos
aunque sea preguntándote a solas
que vendrá después de la soledad.
Mario Benedetti
Bicarbonato de soda
¡Ah, qué angustia, qué náusea del estómago en el alma!
¡Qué amigos he tenido!
¡Qué vacías de todo las ciudades recorridas!
¡Qué estiércol metafísico mis propósitos todos!
Una angustia,
Un desconsuelo en la epidermis del alma,
Un dejar caer los brazos en el crepúsculo del esfuerzo...
Reniego.
Reniego de todo.
Reniego más que de todo.
Reniego a espada y fin de todos los dioses y su negación.
Pero ¿qué es lo que me falta que siento faltarme
en el estómago y en la circulación de la sangre?
¿Qué aturdimiento vacío me extenúa el cerebro?
¿Debo tomar cualquier cosa o suicidarme?
No: Voy a existir ¡Vamos! Voy a existir.
E-XIS-TIR
E-XIS-TIR
¡Dios mío! ¡Qué budismo me refresca la sangre!
Renunciar de puertas abiertas.
Frente al paisaje todos los paisajes,
Sin esperanza, en libertad,
Sin nexo,
Accidente de la inconsecuencia de la superficie
de las cosas,
Monótono pero dormilón,
Y qué brisas cuando las puertas y las ventanas
están todas abiertas!
¡Qué verano tan agradable el de los otros!
¡Denme de beber, que no tengo sed!