Árbol de diana



has construido tu casa
has emplumado tus pajaros
has golpeado al viento
con tus propios huesos

has terminado sola
lo que nadie comenzó

Alejandra Pizarnik

Las muchedumbres



No a todos les es dado tomar un baño de multitud; gozar de la muchedumbre es un arte; y sólo puede darse a expensas del género humano un atracón de vitalidad aquel a quien un hada insufló en la cuna el gusto del disfraz y la careta, el odio del domicilio y la pasión del viaje.
Multitud, soledad: términos iguales y convertibles para el poeta activo y fecundo. El que no sabe poblar su soledad, tampoco sabe estar solo en una muchedumbre atareada.
Goza el poeta del incomparable privilegio de poder a su guisa ser él y ser otros. Como las almas errantes en busca de cuerpo, entra cuando quiere en la persona de cada cual. Sólo para él está todo vacante; y si ciertos lugares parecen cerrársele, será que a sus ojos no valen la pena de una visita.
El paseante solitario y pensativo saca una embriaguez singular de esta universal comunión. El que fácilmente se desposa con la muchedumbre, conoce placeres febriles, de que estarán eternamente privados el egoísta, cerrado como un cofre, y el perezoso, interno como un molusco. Adopta por suyas todas las profesiones, todas las alegrías y todas las miserias que las circunstancias le ofrecen.
Lo que llaman amor los hombres es sobrado pequeño, sobrado restringido y débil, comparado con esta inefable orgía, con esta santa prostitución del alma, que se da toda ella, poesía y caridad, a lo imprevisto que se revela, a lo desconocido que pasa.
Bueno es decir alguna vez a los venturosos de este mundo, aunque sólo sea para humillar un instante su orgullo necio, que hay venturas superiores a la suya, más vastas y más refinadas. Los fundadores de colonias, los pastores de pueblos, los sacerdotes misioneros, desterrados en la externidad del mundo, conocen, sin duda, algo de estas misteriosas embriagueces; y en el seno de la vasta familia que su genio se formó, alguna vez han de reírse de los que les compadecen por su fortuna, tan agitada, y por su vida, tan casta.


Charles Baudelaire

Preparame la cena


No soy un numero ni parte de una cifra
aunque se paga por igual la misma tarifa
todos caminamos con la misma camisa
sin prisa para mirar donde se pisa.

No vale el tiempo pero valen las memorias
no se cuentan los segundos, se cuentan historias.
La paciencia es lo que se cosecha
mi calendario no tiene fecha.

No estoy solo, ando con mis cinco sentidos.
Acá el silencio se convierte en sonido.
Todo lo malo que soñé lo toqué,
pero esta tan oscuro que el miedo no se ve.

Yo me huelo lo que siento por eso presiento
que dentro del circuito me queda poco tiempo
en el próximo tren yo me monto,
prepárame la cena que regreso pronto.

Yo miro para afuera y miro para adentro
la reclusión es mi punto de encuentro.
Me ubican dentro de lo marginal
pero en algún momento todos nos portamos mal.

Y quién determina lo bueno y lo malo
lo poco saludable y lo sano.
De lo crudo a lo cocido hay una larga diferencia
y cocinar termino medio no es ninguna ciencia.

En esta vida me castigaste,
me robaste el tiempo, me re-cagaste.
Mi culpabilidad es como una pecera vacía
como juzgar al sol por salir de día.

Si mis tristezas te causan alegrías
es por que tus reglas son distintas a las mías.
Creo en todo lo que veo
y aunque soy ateo rezo pa' que nunca me pase algo feo

Para soñar con mi partida y con tu llegada
no me hace falta un matre con almohada.
Yo soy libre por que desde aquí yo vuelo
solo toca despegarse del suelo.

Prepárame la cena que regreso pronto...
Calle 13

Baudeleriana


Suicídense
por favor suicídense
por asco por locura
por resentimiento por narcisismo
para no dejarse morir lentamente
por asombro ante la maldad
por asfixia por horror
por soledad
por amor
dentro de lo posible por amor
pero por favor
suicídense.
Y si alguien les pregunta
qué hora es
respondan sin dudarlo
es la hora de suicidarse.


José Sbarra


Arte


Tratar de hacer una obra sin tiempo, que este unida a una verdad existencial, es muy difícil, porque primero debemos aceptar solo lo que “es”, todo atenta contra lo que es, si observamos detenidamente casi todo tiene un origen arbitrario, limpiarnos de eso es una tarea ardua, requiere estar atento, permanecer alerta, para evitar dejarse llevar por la inercia del sin sentido. Esto sin duda, conduce a una soledad brutal, una posición límite, y su posterior aceptación. Estar siempre de pie, frente a ese vacío, produce el hecho paradojal de que la obra se eleve. Como decía un amigo, “Ser un artista es saltar al abismo y sobrevivir.”

Eugenio Cuttica

Haiku


no sé mentir
nunca he mentido salvo
cuando he sabido

Mario Benedetti

Desolación


La gran carretera
está
llena
de
amantes
y
exploradores 
y
renunciantes 
tan
ansiosos
de
complacer
y
olvidar.
Jim Morrison

Soledad





Soledad,
aquí están mis credenciales,
vengo llamando a tu puerta
desde hace un tiempo,
creo que pasaremos juntos temporales,
propongo que tú y yo nos vayamos conociendo.

Aquí estoy,
te traigo mis cicatrices,
palabras sobre papel pentagramado,
no te fijes mucho en lo que dicen,
me encontrarás
en cada cosa que he callado.

Ya pasó
ya he dejado que se empañe
la ilusión de que vivir es indoloro.
Que raro que seas tú
quien me acompañe, soledad,
a mi, que nunca supe bien
cómo estar solo.




Jorge Drexler

Este pan que yo parto


Este pan que yo parto fue alguna vez avena,
este vino en un árbol extranjero
se zambulló en su fruta;
durante el día el hombre y por la noche el viento
segaron las cosechas, rompieron el gozo de la uva.

Alguna vez, en este vino, la sangre del verano
golpeteaba en la carne que vestía la viña,
un día en este pan
la avena al viento era alegría,
el hombre rompió el sol, abatió el viento.

Esta carne que partes, esta sangre a la que dejas
sembrar desolación entre las venas
fueron avena y uva
nacieron de la raíz sensual y de la savia;
mi vino que te bebes, el pan que me arrebatas.

Dylan Thomas

CONFESIONES DE UN ARTISTA DE MIERDA


Estoy hecho de agua. Jamás se darán cuenta de ello, porque la tengo contenida. También mis amigos están hechos de agua. Todos. Para nosotros, el problema no sólo radica en que debemos andar sin ser absorbidos por la tierra, sino que debemos ganarnos la vida.
En realidad, hay un problema aún mayor. No nos sentimos cómodos en ninguna parte. ¿Por qué? (...)

Philip K. Dick


Un supermercado en California


Qué cosas pienso de ti esta noche, Walt Whitman, porque caminé
por las calles laterales, bajo los árboles con dolor de cabeza y
consciencia de mí mismo mirando la luna llena.
En mi hambriento cansancio, y en busca de imágenes que
comprar, entré al supermercado de frutas de neón, soñando con tus enumeraciones!
¡Qué melocotones y qué penumbras! ¡Familias al completo
haciendo la compra por la noche! ¡Pasillos llenos de maridos!
¡Esposas donde los aguacates, bebés donde los tomates!
— y tú, García Lorca, ¿qué estabas haciendo tú allá abajo junto a las sandías?
Te vi Walt Whitman, sin hijos, viejo mendigo solitario, hurgando
entre las carnes del refrigerador y echándole el ojo a los muchachos de las verduras.
Te oí hacerles preguntas a todos: ¿Quién mató las chuletas de cerdo? ¿Qué valen los plátanos? ¿Acaso eres tú mi Angel?
Yo anduve entrando y saliendo de entre las brillantes montañas
de latas siguiéndote, perseguido en mi imaginación por el detective del almacén. Caminamos a grandes zancadas por los abiertos corredores,
juntos en nuestro solitario capricho catando alcachofas, poseyendo
cada una de las exquisiteces congeladas, y sin pasar ni una sola vezpor caja.

ALLEN GINSBERG



La rebelión de las masas


El especialista [científico, técnico, político, etc.] nos sirve para concretar enérgicamente la especie [de hombre-masa] y hacernos ver todo el radicalismo de su novedad. Porque antes los hombres podían dividirse, sencillamente, en sabios e ignorantes. Pero el especialista no puede ser subsumido bajo ninguna de esas dos categorías. No es sabio porque ignora formalmente cuanto no entra en su especialidad; pero tampoco es un ignorante, porque es "un hombre de ciencia" y conoce muy bien su porciúncula de universo. Habremos de decir que es un sabio-ignorante, cosa sobremanera grave, pues significa que es un señor el cual se comportará en todas las cuestiones que ignora no como un ignorante, sino con toda la petulancia de quien en su cuestión especial es un sabio.

Ortega y Gasset

Idea Misantrópica

El hombre es un megalómano desertor de la vida, que habiendo exaltado morbosamente el sentimiento de su propio ser, se vale de meros sucedáneos como sustitutivos de las autenticas funciones y actividades vitales capaces de desarrollo.
La cultura es un aparato ortopédico que el hombre ha creado para contrarrestar sus deficiencias como animal.
El pensamiento no hace que el hombre se eleve sobre el animal en nuevas zonas del ser o de los valores, sino que lo hace ser más animal que cualquier animal. En tal sentido, elegir libremente no es sino vacilar, es decir que, no sabe adónde ir ni para qué ir, cosa que el animal sabe de manera inequívoca e inmediata.

Max Scheler

Las palabras y las cosas


Las utopías consuelan: pues si no tienen un lugar real, se desarrollan en un espacio maravilloso y liso; despliegan ciudades de amplias avenidas, jardines bien dispuestos, comarcas fáciles, aun si su acceso es quimérico.
Las heterotopias inquietan, sin duda porque minan secretamente el lenguaje, porque impiden nombrar esto y aquello, porque rompen los nombres comunes o los enmarañan, porque arruinan de antemano la "sintaxis" y no sólo la que construyelas frases —aquella menos evidente que hace "mantenerse juntas"(unas al otro lado o frente de otras) a las palabras y a las cosas. Por ello, las utopías permiten las fábulas y los discursos: se encuentranen el filo recto del lenguaje, en la dimensión fundamental de la fábula; las heterotopias (como las que con tanta frecuencia se encuentranen Borges) secan el propósito, detienen las palabras en sí mismas, desafían, desde su raíz, toda posibilidad de gramática; desatan los mitos y envuelven en esterilidad el lirismo de las frases.

MICHEL FOUCAULT

Laberinto



No habrá nunca una puerta. Estás adentro
y el alcázar abarca el universo
y no tiene ni anverso ni reverso
ni externo muro ni secreto centro.

No esperes que el rigor de tu camino
que tercamente se bifurca en otro,
que tercamente se bifurca en otro,
tendrá fin. Es de hierro tu destino

como tu juez. No aguardes la embestida
del toro que es un hombre y cuya extraña
forma plural da horror a la maraña

de interminable piedra entretejida.
No existe. Nada esperes. Ni siquiera
en el negro crepúsculo la fiera.

Jorge Luis Borges

Juventud


Un perfume como una ácida espada
de ciruelas en un camino,
los besos del azúcar en los dientes,
las gotas vitales resbalando en los dedos,
la dulce pulpa erótica,
las eras, los pajares, los incitantes
sitios secretos de las casas anchas,
los colchones dormidos en el pasado, el agrio valle verde
mirado desde arriba, desde el vidrio escondido:
toda la adolescencia mojándose y ardiendo
como una lámpara derribada en la lluvia.

Pablo Neruda

Tao Te Ching


LXXXI

Las palabras veraces no son agradables,
y las agradables no son veraces.
El hombre bueno no gusta de discutir,
y el que discute no es hombre bueno.
El sabio no es erudito
y el erudito no es sabio.
El sabio no atesora,
y ofreciendo a los demás,
se hace rico.
El camino del cielo beneficia y no perjudica.
La norma del sabio es obrar sin combatir.

Lao Tse

La niña verde


Debemos explicar que el pueblo de este país tenía de la inmortalidad una noción diametralmente opuesta a la que prevalece en la tierra. Quizá porque en lugar de un cielo abierto e impalpable veían sobre sus cabezas la roca sólida, o bien porque creyeran que su universo era de extensión limitada y numerables sus habitantes o por cualquier otra causa, lo cierto es que los elementos orgánicos y vitales del cuerpo les parecían repulsivos y deplorables. Todo lo que fuera blando y gaseoso los llenaba de una especie de horror, y para ellos la respiración humana era sobre todo el síntoma de una maldición original que sólo después de la muerte podía extirparse. La muerte misma no era causa de espanto para ellos, pero nada los aterrorizaba tanto como la corrupción y la ruina: ambas significaban un retorno a lo blando, a lo gaseoso, al elemento que era de su debilidad y su desgracia. Su único deseo era volverse sólidos, tan sólidos y perdurables como las rocas que los rodeaban. Practicaban los ritos de la petrificación. Cuando el odiado hálito por fin abandonaba el cuerpo humano, llevaban ese cuerpo a cavernas especiales y allí lo hundían en canales llenos con el agua mineral que fluía por techos y paredes. Allí permanecían hasta que el cuerpo se volvía blanco y duro, hasta que los ojos se cristalizaban bajo los párpados vítreos, hasta que el pelo parecía hecho con la frágil materia de los caracoles y la barba se convertía en unos pocos carámbanos mellados. Pero este proceso era sólo un largo purgatorio, ya que una vez petrificado el cuerpo lo retiraban del agua para llevarlo como una estatua yacente a las salas de los muertos, cavernas en que los cuerpos alabastrinos se apilaban en apretadas filas aguardando su beatitud final: la cristalización. Cuando el cuerpo, que más que humano parecía un pilar de sal, adquiría la precisión matemática y la estructura perfecta del cristal, entonces consideraban que había llegado a la verdadera inmortalidad.

Herbert Read

Teoría del artista


Caminante ciego de luto
Aquí, aquí en lo empapado
De la esencia
Un manotazo del cosmos
Entre el acto y lo plural.
Lo-otro que es
Cuando no es, lo inconsolable
Del blanco numero
De la sangre.


Pedro Fiori

Hoja de otoño


Una brizna de pasto dijo un día a una hoja de otoño:
- Tú produces, al caerte, un bullicio que perturba mi sueño.
- Vil de origen - contestóle la hoja de otoño fuera de sí -. Grosera y deslenguada, ¿dónde tienes los sueños si tú vives pegada a la podredumbre, lejos de la música del cielo, sin tener cómo distinguir entre el canto y el maullido?
Dijo esto la hoja de otoño y cayó al suelo.
Y durmió, y cuando llegó la primavera, se despertó de su modorra y se sintió metamorfoseada: habíase vuelto una brizana de pasto.
Vino el otoño con sus vientos y con su triste melancólico cielo.
Embargó a aquella hojita de otoño el sueño de invierno
y comenzó el viento a esparcir a su derredor las hojas marchitas de los árboles.
Enfadada, murmuraba entre sí:
- ¡Uf!, las groseras hojas del otoño...
¡Qué bullicio producen al caer que perturba los sueños de mi invierno!

Kalil Gibran

Las palabras y las cosas


(Las meninas)

El pintor está ligeramente alejado del cuadro. Lanza una mirada sobre el modelo; quizá se trata de añadir un último toque, pero también puede ser que no se haya dado aún la primera pincelada. El brazo que sostiene el pincel está replegado sobre la izquierda, endirección de la paleta; está, por un momento, inmóvil entre la tela y los colores. Esta mano hábil depende de la vista; y la vista, a su vez, descansa sobre el gesto suspendido. Entre la fina punta del pincel y el acero de la mirada, el espectáculo va a desplegar su volumen. Pero no sin un sutil sistema de esquivos. Tomando un poco de distancia, el pintor está colocado al lado de la obra en la que trabaja. Es decir que, para el espectador que lo contempla ahora, está a la derecha de su cuadro que, a su vez, ocupa el extremo izquierdo. Con respecto a este mismo espectador, el cuadro está vuelto de espaldas; sólo puede percibirse el reverso con el inmenso bastidor quelo sostiene.

Michel Foucault